El corazón del ciclismo bombea competición más allá de las tres grandes vueltas de tres semanas. Los amantes de este deporte cuentan con otras competiciones sagradas. Son las clásicas. Son carreras de un único día. Son kilómetros de auténtico ciclismo, reservado a ciclistas ilustres y que cuentan con una historia tan excelsa como aquella que engrosa los anales de un Tour de Francia, Giro de Italia o Vuelta a España. De entre todas las clásicas destacan la Milán- San Remo, el Tour de Flandes, la París- Roubaix, la Liège-Bastogne-Liège y el Giro de Lombardia. Son conocidas como los cinco monumentos del ciclismo. Su leyenda arranca antes de la Primera Guerra Mundial e incluso, como en el caso de la París-Roubaix y la Liège-Bastogne-Liège, en el siglo XIX. Menos el Giro de Lombardia, estas carreras se acostumbran a correr durante los meses de marzo y abril. Por este motivo, también son conocidas como “las Clásicas de Primavera”.
Las lomas de la Cipressa y el Poggio en la Milán-San Remo; los muros adoquinados del Paterberg en la E3 Harelbeke; el Kemmelberg en la Gante-Wevelgem; Oude Kwaremont y Koppenberg en el Tour de Flandes; los tramos de pavé de la Trouée de Arenberg; el Carrefour de l’Arbre en la París-Roubaix; la subida del Cauberg en la Amstel Gold Race; la pared del Mur de Huy en la Flecha Valona; la Cote de La Redoute y la Roche-aux-Faucons en la Lieja-Bastoña-Lieja; la Madonna del Ghisallo y el Muro di Sormano en La Lombardía o la Avenue de Grammont en la París-Tours. Son sitios sagrados del ciclismo. Son lugares en donde se escribieron, escriben y escribirán grandes epopeyas sobre una bicicleta. Son zonas son aún se conserva la grandeza del ciclismo, entendido a la antigua usanza. No hay opción a planificaciones. Las carreteras angostas y reviradas favorecen el desarrollo de carreras inesperadas. Ataque y contrataques; sangre fría y caliente; suertes y desgracias; astucia y miedos; fuerza física o desfondamiento absoluto… Y el público. Son algunos de los ingredientes que configuran el sabor de una clásica.
De Merckx a Van Avermaet
Los corredores, por supuesto, son el ingrediente imprescindible. Son los encargados de dar mayor o menor importancia a estos ingredientes. E históricamente aquellos nacidos en Bélgica han sido los encargados de cultivar la esencia de las clásicas. Los únicos corredores que han conseguido vencer en los cinco monumentos son oriundos de estas zonas flamencas: Rik Van Looy, Eddy Merckx y Roger De Vlaeminck. No todo se resumen en los ciclistas belgas. Otros grandes clasicómanos fueron Alfredo Binda, Fausto Coppi, Germain Derijcke, Louison Bobet, Rik Van Steenbergen, Fred De Bruyne, Freddy Maertens, Hennie Kuiper, Jan Raas, Francesco Moser, Sean Kelly, Bernard Hinault o Moreno Argentin, entre otros menos destacados. En décadas más recientes se añaden otros grandes ciclistas como Johan Museew, Michele Bartoli, Paolo Bettini y el español Oscar Freire como los ciclistas con mayor número de clásicas en su palmarés. En la actualidad podemos disfrutar de los últimos años de esplendor de otros espléndidos clasicómanos -se incluyen sprinters, con opciones en algunas clásicas- como Tom Boonen, Fabián Cancellara, Alejandro Valverde y Philippe Gilbert. Y se espera ya a una nueva generación: Peter Sagan, Alexander Kristoff, Michael Matthews, Van Avermaet, Niki Terpstra, Zdenek Stybar, Jasper Stuyven, John Degenkolb (aunque este curso estará ausente, a consecuencia de su atropello), Simon Gerrans, Mark Cavendish, Michał Kwiatkowski, Rui Costa o Nacer Bouhanni.
La clásica más antigua de todas es la Liège-Bastogne-Liège – junto a la Amstel Gold Race y la Flecha Valona, componen el trío de las “clásicas de Las Ardenas.”, cuya primera edición data de 1892. Desde entonces, en el último domingo de abril se recorren sus 260 kilómetros, que transcurren entre montes y bosques de Las Ardenas belgas. Terreno donde asoman cotas como la famosa La Redoute, con alrededor de 2,1 kilómetros al 8,1% de pendiente. Como no podía ser de otra forma, máxime tratándose de la decana de las clásicas, Eddy Merckx es quien ostenta el récord de victorias con 5 ediciones ganadas. A lo largo de su historia legendaria, sólo un español ha conseguido imponerse, además por partida doble. Alejandro Valverde ganó en 2006 y 2008.
Éste no fue el primer triunfo de un ciclista español en una clásica. Este honor lo ostenta Miguel Poblet, que cruzó en primer lugar la meta de la Milán-San Remo en 1957 y 1959. La clásica más larga (290 kilómetros), y que data de 1934, de todos los ‘monumentos’ también fue ganada por Óscar Freire (2007 y 2010). Eddy Merckx posee el récord de ediciones ganadas con siete triunfos. La dureza en carrera de un día es una constante, pero no adquiere tanta fuerza como en el Tour de Flandes y en la París-Roubaix. En la primera, destaca la colina de Koppenberg, con 77 metros de cuesta adoquinada con una inclinación del 22 por ciento; dureza que se ha resistido a los ciclistas españoles desde su primera edición allá por 1934. El récord de triunfos (todos con tres ediciones) lo comparten los belgas Robert Van Eenaeme, Rik Van Looy, Eddy Merckx y Tom Boonen con el italiano Mario Cipollini.
Lo mismo sucede en la clásica por excelencia. Ningún español ha triunfado sobre el pavés. La París-Roubaix -conocida como “el infierno del norte”- es famosa por sus largos tramos de terreno adoquinado: el temido pavés (30 tramos; algunos con tres kilómetros de longitud); y en más de una ocasión el tiempo adverso, con lluvia, barro y frío. Se disputó por vez primera en 1896 y Roger De Vlaeminck y Tom Boonen comparte el récord de victorias con cuatro ediciones en su palmarés.
Los éxitos españoles sí están presentes en el Giro de Lombardia. ‘Purito’ Rodríguez ganó dos ediciones consecutivas (2012 y 2013) en este último ‘monumento’, que se disputa en otoño, en el epílogo de la temporada ciclista. Dos cotas añaden la dureza a esta carrera: el Colle de La Madonna del Ghisallo (en su alto hay una capilla donde se venera a la Patrona de los ciclistas) y el Muro de Sormano, con rampas brutales de hasta el 27%. Su primera edición data del año 1905 y el récord está en manos del legendario ciclista italiano Fausto Coppi, con 5 victorias.
Más clásicas, más ciclismo
Además de estos cinco monumentos del ciclismo, las clásicas viven del sabor que se desprende de otras carreras de un día. Las otras clásicas de mayor prestigio serían la Omloop Het Nieuwsblad (antes conocida como Het Volk); la Flecha Valona (con su conocido Muro de Huy con rampas de hasta el 26% de desnivel), Strade Bianche (sus carreteras escasamente asfaltadas); E3 Harelbeke; París-Tours, Clásica de San Sebastián; Milán-Turín o el Giro del Piamonte. Pero también están la Flecha Brabançona; la Vattenfall Cyclassics; o el Gran Premio de Plouay… son otras clásicas. Y ahora es su momento, el instante idóneo para disfrutar del ciclismo a la antigua usanza.